"DON CARLOS" DE SCHILLER: UN HÉROE ROMÁNTICO

 


"Aquel que es demasiado precavido realiza muy poco en la vida" (Friedrich Schiller)



Para comenzar a adentrarnos en el tema de la corriente romántica, una tan arraigada en el contexto del siglo XIX y de gran influencia en las épocas posteriores, debemos tratar tanto origen como germen de tal convulsión artística, social y espiritual en sí misma.

En cuanto a fechas, podemos ubicar el nacimiento del movimiento cultural conocido como Romanticismo aproximadamente en el año 1760, en el seno de una sociedad alemana enfrentada con los ideales y estereotipos encorsetados de la razón propios de la Ilustración y el Neoclasicismo, en pos de la libertad expresiva de los sentimientos como máxima muestra artística del alma creadora. Aunque este movimiento solo tendría gran presencia en Alemania hasta el 1820, es de suma relevancia la influencia en otros territorios dentro del marco europeo hasta el 1850, sobre todo en Gran Bretaña. 
Claro está que numerosos eventos revolucionarios desencadenaron sobremanera tal movimiento cultural, como fueron la Revolución de las Trece Colonias de Inglaterra en 1776, la Revolución Francesa de 1789 y la denominada como Primera Revolución Industrial. Estas revoluciones burguesas o revoluciones liberales ya nos presentaban el problema del orden establecido hasta ahora, es decir, el de una sociedad estancada en el costumbrismo, el abuso político y la más profunda superstición religiosa. Además también se observa en la segunda mitad del siglo XVIII el movimiento alemán de Klinger, el "Sturm und Drang" (Tempestad y pasión), donde se realiza una apología por la expresión desbordante de los sentimientos frente a la razón rígida y constante.

Mediante los precursores del Romanticismo se nos revelaba una explosión del recurso imaginativo y simbólico, con la naturaleza orgánica como escenario y reflejo sentimental del sujeto. Se emprende un desarrollo máximo de la voluntad así como de una libertad no sujeta a regla alguna. No se contempla un orden fijo ni matemático que explique el mundo, el hombre es un ser fiel e íntegro a sus ideales donde el sentido común y la moderación solo suponen un obstáculo para su obra, este solo se mueve por acción y percibe el fracaso como un valor de satisfacción en cierto modo. El valor de la minoría y la individualidad del personaje frente a la norma se convierte en un tema recurrente. La belleza es la creación del artista, por tanto, es una representación sui generis de su forma de ser y lo define al detalle. En cuanto a la reproducción teatral, el género favorito es la tragedia, con una trama que gira en torno a un héroe romántico que se ve envuelto en un choque de valores. De esta forma, se busca alejarse de la fórmula dramática de personajes sufridores del destino quienes acaban envueltos en un error trágico o "hamartía".  


"La lámpara del genio se extingue más rápido que la lámpara de la vida" (Friedrich Schiller)


Enmarcado en este movimiento romántico situamos al autor romántico alemán Friedrich Schiller, nacido el 10 de noviembre de 1759 en la ciudad alemana de Marbach am Neckar. Este poeta, dramaturgo, filósofo, historiador y editor alemán, llegaría a ser conocido como la figura más importante de la dramaturgia alemana junto el gran Goethe. Este encontraría el fin de su vida el 9 de mayo de 1805 en la ciudad germana de Weimar, obteniendo tras su muerte numerosos seguidores y admiradores de obras de la talla de "Don Carlos infante de España", la cual comentaremos en breves instantes.


La tragedia romántica de "Don Carlos" del tragediógrafo alemán Schiller nos revela una tragedia de la libertad con subtemas como el amor ciego hacia Isabel de Valois o la amistad pura con su fiel y amado amigo Rodrigo. El personaje de Don Carlos es un claro héroe romántico abogado por el pietismo, es decir un valor por lo íntimo y lo personal, en contraposición de su amigo Rodrigo, todo un personaje de carácter ilustrado, quien opta por el uso de la razón y la moderación en su esencia para escalar en la sociedad. 
Todo el argumento es una guerra entre personalidades, donde Carlos muestra una desmesura o hybris de profundo y extremo carácter. Solo se mueve por impulsos, sentimientos y pasiones, a pesar de las consecuencias que ello puede acarrear. Es muy importante el retrato psicológico de las figuras, unas llevadas a actuar por celos, venganza, amor, ira o indiferencia entre otros. En todo momento las personalidades expresan caracteres cambiantes, los cuales pueden evolucionar a lo largo de la obra, desde el personaje más importante hasta algún otro más secundario para el desarrollo de la trama.
La obra trágica nos describe un argumento de búsqueda de la libertad, primero a través de la intervención de Rodrigo que obliga a Carlos a continuar con su obstinado amor por Isabel; después con la maquinación del marqués con el favor del rey Felipe, en búsqueda del beneficio tanto de su amigo como el suyo propio, aunque no llegue a resultar debido a una exagerada fe en sus ideales (en este caso ilustrados y racionales); finalmente es cuando, tras el descubrimiento completo de la farsa y ultraje realizado por el trío principal de personajes a través del rey y su séquito, los personajes deben terminar por sufrir un destino trágico, exceptuando el hecho final de Don Carlos sobre su reconocimiento de la libertad individual como único camino posible, alejándose en último término de un amor que solamente le ha generado sufrimiento en su ser y esencia humana.



  "La verdad es para el sabio; la belleza, para el corazón sensible" (Friedrich Schiller)











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